Muchas veces, cuando una pareja rompe una relación, empiezan los problemas con las propiedades y proindivisos. Con un simple vistazo al panorama de nuestra sociedad, podemos comprobar que existe un ejercito de propietarios que llevan años sufriendo, intentando deshacerse de una vivienda y su correspondiente hipoteca en la que en su día se embarcaron con su ahora expareja. Después de un tiempo unidos, ahora llega el momento de desvincularse y no siempre es fácil.
Los despachos de abogados están abarrotados de casos en los que una de las partes no quiere vender el proindiviso mientras que la otra lo intenta a toda costa. Muchas veces incluso una de las partes se niega simplemente a alquilarlo. En ocasiones por desavenencias y otras porque la persona que ocupa la vivienda (sin hijos) no quiere quedarse sin hogar o simplemente porque no se ponen de acuerdo en el precio de venta. Hay que tener en cuenta que los inmuebles en proindiviso se han devaluado tanto que en ocasiones la hipoteca es más cara que la propia casa y con su venta se pierde dinero.
Si la expareja no da su brazo a torcer, la otra persona puede optar por vender su parte del piso -que suele ser el 50%-, sin necesidad de autorización de la que fue su pareja.
En los últimos tiempos se han extendido las agencias especializadas en comprar proindivisos, la mejor opción para desentenderse del inmueble sin acudir a la vía judicial. No obstante hay que ser cautos ya que en ocasiones la compra del proindiviso por estas empresas no se puede llevar a cabo si el préstamo no es superior al valor que se oferta por la compra del proindiviso.
En la mayoría de los casos el vendedor recibe hasta el 35% del valor de tasación de su parte del proindiviso. El proceso se realiza ante notario y se paga el precio previamente convenido. Es una solución rápida a un problema generalmente enquistado. El vendedor debe ser consciente de que en todo momento está llevando a cabo un proceso totalmente legal y que está regulado por el Código Civil.
Después de la adquisición del proindiviso, nuestra misión es negociar con la otra parte de la pareja para llegar a un acuerdo que permita comprar el resto de la propiedad, alquilarla o venderla de mutuo acuerdo. Sin embargo si no hay consenso, hay que solicitar la división de la propiedad en el juzgado de turno.